Es debido a esta herencia y al hecho que aún no está cerrado el tema de los “fondos buitre” que el nuevo gobierno está imposibilitado de hacer “política anticíclica” frente al temor de una nueva recesión global. No sólo eso, si las expectativas de inflación no se acomodan rápidamente a un andarivel inferior al 30 % anual, habrá un choque entre la política monetaria y la marcha de la economía real, con el resultado de un segundo trimestre aún más negativo que el primero en términos de nivel de actividad. Aun cuando las cosas se encaminen desde mediados de año, el panorama global obliga a desplazar el centro de gravedad de los instrumentos de política a favor de reformas profundas de la organización de la economía, con eje en la competitividad. Es allí donde hay terreno por recuperar, ya que si las exportaciones del país volvieran a la participación en el mundo que alcanzaron en 2011, habría un plus de 28 mil millones de dólares, y si la Inversión Extranjera Directa destinada al país retoma la proporción habitual dentro de América latina, el salto sería de 6 mil millones de dólares por encima del flujo de los últimos años. Por supuesto, se trata de objetivos que requieren tiempo y políticas de estado.
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