Un rompecabezas con piezas que no encajan
Jorge Vasconcelos
El error de cálculo es inevitable en la era de la pandemia. Pero si el margen de esos yerros excede lo razonable, el problema puede estar en los supuestos utilizados. El gobierno hizo en abril una agresiva propuesta para reestructurar la deuda, quizá pensando que a esta altura de la crisis mundial habría un tendal de países en default, lo que arrastraría a los acreedores a aceptarla. Eso no ocurrió y el desenlace sigue abierto, afectando la marcha de la economía, mientras los bonos siguen devengando intereses por más de 300 millones de dólares al mes. A mediados de marzo hubo suficientes advertencias respecto a que el testeo masivo de la población sería clave para el momento de la reapertura, mientras que, en el plano fiscal, la demanda de fondos extras que habría de verificarse aconsejaba ahorrar en partidas vinculadas a sueldos estatales elevados, como hizo Uruguay. Esas prevenciones se desecharon, por lo que la cuestión sanitaria luce muy complicada en el AMBA, mientras que la explosiva emisión de pesos ha derivado en un escenario en el que el Banco Central podría tener que optar entre convalidar una aceleración de la inflación, o bien comenzar a restringir el crédito al sector privado. En el capítulo de la preservación de activos para la etapa pos-pandemia, el saldo dista de ser positivo, como lo atestiguan los casos de Vicentin y Latam, junto al recurrente anuncio de cierre de Pymes.
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