En la medida en que el gobierno nacional pueda dar vuelta la página de la actual situación de “default selectivo”, entonces la Argentina accederá a financiamiento externo a tasas razonables, aunque no en el monto necesario para cubrir el enorme déficit fiscal subsistente en 2016. Hay tres objetivos a los que se apunta, para los que este avance es una condición necesaria, aunque no suficiente: Primero, evitar un ajuste del gasto social, por lo que la reducción del déficit fiscal es muy gradual, reconociendo la importancia de una transición política ordenada, que garantice gobernabilidad. Segundo, aportar a la demanda agregada de la economía con el ingreso de divisas frescas, revirtiendo el falso keynesianismo que se intentó en años anteriores, cuando se expandía el gasto público pero no se lograba salir del estancamiento, por una política que se auto-anulaba a través del impuesto inflacionario, el desplazamiento del crédito a favor del sector público y la ampliación de la brecha cambiaria. Tercero, moderar el ritmo de la emisión monetaria, abriendo espacio a una desaceleración de la inflación a partir de mediados de año. Por la magnitud del déficit fiscal heredado, resolver el litigo en la sede de Griesa será un paso importante pero insuficiente para terminar de ordenar los mecanismos de financiamiento del estado en este difícil 2016.
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