En estos casi tres meses transcurridos, el rojo desplazó al amarillo pero, más allá del cambio cromático, interesa subrayar la distinta puerta de salida por la que se encaminan las crisis de deuda en Estados Unidos y en la zona del Euro. La "solución" norteamericana mantiene su característica de exportar inflación al resto del mundo a través del dólar débil, un fenómeno que no fue alterado por la pulseada republicano-demócrata en el Congreso. En cambio, la vía europea sigue siendo deflacionaria, aunque la novedad es que, al haber caído en el ojo del huracán las deudas de Italia y España, ya no basta con el apoyo fiscal de Alemania y Francia para alejar las dudas. El que será puesto a prueba es el Banco Central Europeo que, hasta ahora, se ha ubicado en las antípodas de la reserva federal norteamericana, negándose a emitir euros a cambio de activos devaluados. En cualquier escenario, la debilidad de países como España, Portugal e Italia, que jugaron un papel clave en el descubrimiento de América, llevará a un notable cambio de roles 500 años después: no habrá que extrañarse que empresas de ese origen comiencen a ser absorbidas por firmas brasileñas, colombianas, chilenas y también argentinas. Nuestras monedas se han revaluado (están fuertes frente a las divisas) y eso complica la rentabilidad de los exportadores pero, como contrapartida, facilita la compra de activos fuera de la región.
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