Vayamos por partes. No debería haber dudas que el Brexit es una mala noticia para la economía mundial, porque implica un jaque a las tendencias de globalización, puede desacelerar el ritmo de crecimiento de la Unión Europea y del comercio mundial y abre una Caja de Pandora en términos políticos, particularmente en aquellos países en los que la población está más descontenta con el liderazgo político tradicional. Habrá que convivir con estas preocupaciones por bastante tiempo pero, al menos, hay algunas secuelas inmediatas de carácter positivo: los bancos centrales de los países desarrollados están dispuestos a proveer liquidez si esto es necesario y, en Estados Unidos, la tasa de interés de corto plazo dibuja un escenario de ascenso más gradual todavía, siendo factible que recién llegue al umbral de 1 % a mediados del año próximo, mientras que los bonos a 10 años apuntan a un rendimiento inferior al 2 % anual por un tiempo considerable. Esto explica la cantidad de ofertas que reciben las emisiones de papeles argentinos, sean del sector privado como del público, en cualquiera de sus jurisdicciones, una disponibilidad de fondos que alivia la transición, pero que no debería hacer olvidar lo subyacente, que un mundo de bajo crecimiento obliga a pensar en más competitividad y capacidad de diferenciación de los productos locales.
Descarga de documentación Alivios inmediatos; ¿problemas a futuro? |