También porque desalienta inversiones por el factor incertidumbre. Sin embargo, en el corto plazo, y para algunos sectores y regiones, el desdoblamiento cambiario puede actuar como una droga que ayuda a disimular dificultades. Con una brecha de 65 a 70 %, el gobierno podría apostar a que los argentinos utilicen dólares "del colchón" para cambiar el auto o refaccionar la casa, y a la reactivación de economías de frontera que han pasado a ser competitivas para aprovisionar la demanda de países limítrofes. La expectativa oficial alrededor del blanqueo de capitales forma parte de este enfoque. El mensaje parece ser: si la brecha no puede ser reducida, entonces conviene abrazarse a ella. Aunque esto afecte la marcha de las reservas y de la inversión, puede generar consumos de ocasión. Sin embargo, en el futuro las circunstancias pueden obligar a la política económica a darle mayor prioridad al frente externo. En ese caso, tendrá que ocuparse de cerrar la brecha, aunque esto implique hacerlo "desde abajo hacia arriba", lo que a su vez deberá ser acompañado de una eliminación del déficit fiscal, de la mano del mayor ahorro público.
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