Al estar en juego la confianza, es difícil anticipar en que momento este programa habrá de ser capaz de estabilizar las variables, pero sí está claro que el gradualismo no ha sido un sustituto del shock, sino que sólo lo postergó, hasta un momento inoportuno en términos políticos y con efectos muy serios sobre la inflación, la conflictividad social y la pobreza. A su vez, el hecho que el primer acuerdo con el Fondo no haya funcionado cuestiona también la arquitectura financiera internacional: el poder de fuego del FMI luce débil cuando se compara con la exitosa intervención del Banco Central Europeo para frenar la crisis del euro en 2015. A partir de aquel momento, el BCE compró 2 millones de millones de euros en bonos de los países miembros, un salvataje que está fuera del alcance de los emergentes.
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