El problema energético fue derivando en crecientes importaciones de gas y combustibles líquidos, al punto que en 2011 y 2012 se importaron en promedio U$S 9.340 millones, cifra 2,6 veces mayor al promedio 2007-2010 y 6,5 veces superior al promedio 2004-2006. Así las cosas, en los últimos años cambió el signo de la balanza comercial energética, desde un superávit de U$S 6.081 millones de dólares en 2006 a un déficit de alrededor de U$S 2.700 millones en 2012. Siendo que una porción relevante de las importaciones de energía deben ser asumidas por el Estado (las importaciones de ENARSA fueron de U$S 2.870 millones en 2011 y de U$S 4.577 millones en 2012), el problema energético aumentó la exposición fiscal al tipo de cambio, que también había resultado importante en los noventa a causa de los vencimientos de la deuda en moneda extranjera.
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