Como todo gobierno en su último año de gestión, el norte de la administración está en las antípodas de la corrección de los desequilibrios de la macro. Sólo se trata de conseguir financiamiento para convivir con esos desajustes, lo cual implica seguir escalando la deuda en pesos del Tesoro y del Banco Central, y recurrir también al crédito de comercio exterior del Banco do Brasil, fomentando importaciones argentinas de ese origen, a ser pagadas en 2024. Todos los instrumentos apuntan en la misma dirección, pero ratios ya elevados de deuda e incertidumbre política se pueden conjugar para que el financiamiento de esos desequilibrios termine siendo incompleto, obligando al gobierno a utilizar más “impuesto inflacionario” que el recomendable por los manuales de la política. Si la jerga financiera estuviera más popularizada, el título apropiado para este artículo sería: “todo depende del rollover”. Son tribulaciones por las que no atraviesa Uruguay, el “hermano menor”, con un PIB que este año se situará 6 puntos por encima del nivel pre-covid y una tasa de pobreza del 10 %.
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