Con reservas netas del Banco Central del orden de los 17 mil millones de dólares y compromisos financieros en el año (públicos y privados) que se acercan a los 18 mil millones, el racionamiento de divisas para los importadores no tiene forma de ser aliviado, ya que los dólares ingresan con "cuenta-gotas", tanto por la vía comercial como la financiera (los 1.000 millones de dólares logrados por YPF y la Ciudad de Buenos Aires cubren el 5,5 % de aquellas necesidades). Con este escenario, el deterioro del nivel de actividad tardará en revertirse, como ya lo advirtió el sector automotriz en enero. El recurso de expandir el crédito bancario es una opción para la primera parte del año, pero después a las empresas les aparecerá la "competencia desleal" del propio Banco Central, que tendrá que salir a recoger con una mano la liquidez que inyectó con la otra, al financiar con emisión monetaria el cada vez más abultado déficit fiscal. Ese rol contradictorio del Central emergerá justo cuando los agentes económicos comiencen a apostar por una eventual devaluación del peso para fin de año, lo que ya de por sí será un factor de tensión sobre el mercado financiero.
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