Con los candidatos acomodándose en las gateras para lanzarse a la carrera presidencial conviene prestar atención, más que a las promesas, al diagnóstico que expliciten sobre las causas de los doce años de estanflación. Será difícil darle el beneficio de la duda a quienes insistan con objetivos y herramientas agotados a lo largo de este período. A diferencia de las últimas campañas, la crisis es una evidencia, no una amenaza ni tampoco una enfermedad “asintomática”. En el horizonte, la salida de la estanflación es algo factible, pero se habrá de necesitar un plan con la secuencia adecuada de metas, instrumentos y reformas. También criterios consistentes a la hora de enfrentar dilemas por medidas con efectos contrapuestos.
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