Ello exige no sólo tener superávit fiscal, sino también mantenerlo o ampliarlo en el tiempo, pagando deuda y/o conformando un fondo de ahorro para usar en épocas no tan buenas.
Los fondos de ahorro anticíclicos no sólo resultan útiles para enfrentar crisis vía expansiones compensadoras del gasto o reducciones de impuestos, sino que también ayudan a evitar dos efectos macro relevantes: apreciaciones cambiarias marcadas y eventos de inseguridad jurídica que suelen devenir comunes en crisis fiscales, cuando en ausencia de financiamiento el Estado recurre a manotazos de ahogado que trastocan el orden legal.
Dado que el Tesoro Nacional dilapidó su superávit fiscal en los últimos años, la política fiscal difícilmente pueda utilizarse para compensar la desaceleración económica en ciernes. Es el costo de resultar keynesianos asimétricos, y no haber seguido el pensamiento del economista inglés también en la etapa alcista del ciclo.
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