Por el nivel record de la presión tributaria, cualquier corrección fiscal que se intente tendrá que hacerse por el lado del gasto, buscando mayor eficiencia, pero también por un recorte en los subsidios energéticos y al transporte. Es inevitable que esto afecte la capacidad de consumo, pero aun así las presiones inflacionarias seguirán latentes, ya que el fuerte endeudamiento del Banco Central hará que el interés que pagan las Lebacs se constituya en una fuente autónoma de expansión de la base monetaria, del orden del 20 % anual. Ante ese cuadro de situación, el debate “shock vs. gradualismo” luce desenfocado, ya que se necesitarán medidas muy firmes pero que no podrán ser aplicadas todas en un sólo momento, aunque si conviene que estén preanunciadas.
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