En nuestros países, en general acostumbrados a esperar la próxima devaluación, tendremos que prepararnos para el desafío opuesto; cómo lidiar con las tendencias de apreciación de nuestras monedas. En el caso particular de la Argentina, que hoy opera con una especie de ancla cambiaria, el riesgo es que la situación complique seriamente la competitividad de la industria y de las economías regionales.