La performance exportadora, que es la que define el balance del clúster, muestra en el último bienio los peores resultados de las dos décadas pasadas, iniciando con una excepcional caída del 20% en 2015. Mientras que en el periodo 2007 – 2014 se exportó anualmente un volumen promedio de 640 mil toneladas de peras y manzanas frescas, el promedio de los dos años siguientes ascendió solamente a 400 mil toneladas.
Las difíciles condiciones de los mercados internacionales en 2015 afectaron a todos los productores del Hemisferio Sur, competidores naturales de nuestro país, pero se debe tomar nota de que en 2016 solo el nuestro no pudo remontar el fuerte impacto sufrido el año previo.
Para esta temporada no se esperan grandes cambios. La baja o nula rentabilidad ha desanimado la ejecución de labores culturales de manera óptima, al igual que ha cohibido despliegues de inversiones significativas. Se estima obtener una cosecha algo superior a la del 2016, aunque presentando nuevamente una calidad muy irregular. Asimismo, la producción frutícola con condiciones de exportación no encontrará destino fácilmente. Las posibilidades de colocación no son óptimas, y no se ha avanzado en la apertura comercial de nuevos mercados.
Hacia adelante, al igual que en vastos sectores económicos del país, será imprescindible recrear condiciones para nuevas inversiones que permitan aumentar la producción de frutos de calidad. Esquivar estas políticas mantendrá el curso actual, continuando el deterioro de la producción y el empleo.
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