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Posiblemente haya cambios en materia de precios de uvas y vinos de traslado, debido a dos razones. Por un lado, una abrupta caída de cosecha (para Mendoza se pronostica una caída del 20% o más). Por otro lado, el dólar más caro hace más atractivo vender al exterior, aunque también los extranjeros pueden solicitar menores precios en dólares. Entonces, menos materia prima (uvas) y mayor demanda extranjera, especialmente en vinos de alta gama, podrían empujar los precios de uvas (y vinos de traslado) hacia arriba.

Oferta de vinos: La menor cosecha de uvas se daría en Mendoza, que tiene relativamente mayor proporción de uvas para vinos de alta gama. Para no reducir tanto la elaboración de vinos, se decidió implícitamente (al no acordar los gobiernos de Mendoza y San Juan) que se destine un menor porcentaje de la cosecha a la elaboración de jugos (mostos).

Demanda: pensando en el mercado interno, un contexto de baja actividad y con una menor masa salarial, neta de inflación, no ayudaría a empujar el consumo interno de vinos. Pero un dólar más caro sí fomentaría a las exportaciones, especialmente cuando los principales clientes (EEUU, Reino Unido) tendrían un buen año. Esta situación favorecería a los vinos de alta gama.

Stocks: menor oferta y mayor demanda externa puede generar una reducción de los stocks vínicos. Si se los desagrega, se mantendrían altos los de vinos genéricos, más dependientes del mercado interno, y caerían los de varietales, con mirada más al exterior.

Con ese panorama, es esperable comenzar a notar aumentos en los precios de uva y de vinos de traslado, especialmente en varietales (aunque ya los hay en los comunes). De esta manera, los bodegueros enfrentarían un mayor costo de materia prima, mientras que habría de todo con los productores, puesto que mejorarían los precios pero cosecharían menos. Como comentario final, en los últimos años, los menores ingresos de los productores se han explicado principalmente por los bajos precios.