El nuevo gobierno heredó un importante rojo financiero. ¿En qué nos ha afectado? A fin del año pasado, hubo demoras en los pagos a empleados públicos, y durante este año hubo protestas de estatales. A los proveedores del Estado les han pagado en bonos. Hubo hospitales públicos con falta de insumos, y escuelas públicas que no conseguían docentes. También menos fondos para obra pública, incluyendo para municipios, y se ha notado en el mal estado de las calles en varias comunas. Y todo esto con presión impositiva record. Es decir, se paga mucho en impuestos, y aun así no alcanza, y la calidad de varios servicios estatales sigue siendo deficientes.
En esta primera parte de 2016, en un contexto recesivo, sorprende la mejoría financiera. Aun así, sigue habiendo déficit, debiendo recurrir al endeudamiento (destacándose la colocación de títulos por u$s 500 millones).
¿Cómo se logró la mejoría financiera? No por mayores ingresos, sino por menores gastos, especialmente con un ajuste en los primeros cuatro meses de este año.
El menor gasto público se debe a una reducción fuerte en obra pública (que ya estaba por el piso), y a un bajo incremento del gasto en personal. Aunque haya menor empleo público, la clave ha estado en los incrementos salariales, que han sido menores a la inflación y que han seguido las pautas presupuestarias.
En un entorno de menor actividad, es razonable que los ingresos no siguieran el ritmo de la inflación. Lo llamativo es el fuerte incremento en la recaudación del impuesto al automotor (pero no es el que más pesa).
¿Qué esperamos para el futuro? A favor, está la devolución de fondos que antes percibía la Anses para hacer frente a jubilaciones. También ayuda la posibilidad de conseguir financiamiento. El gobierno nacional además aportaría fondos para obra pública. Pero seguirá habiendo déficit, especialmente si la economía se recupera lentamente. Por ello, es poco factible esperar una disminución de la presión impositiva.