Aún así, la carencia de inversiones que sufrió el país en años anteriores dio lugar a “demanda insatisfecha” que abre oportunidades, al tiempo que dejar atrás el esquema de “capitalismo de amigos” puede generar una oleada de interés en empresas que, por ese motivo, se habían mantenido al margen. En este escenario, es clave no repetir las malas experiencias de México y Brasil, que no pudieron convertir a la Inversión Extranjera en motor de la productividad agregada, debido a que las radicaciones quedaron confinadas a enclaves de exportación en el primer caso y a proyectos puramente “mercado-internistas” en el segundo.
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