La distorsión de precios relativos genera incentivos contrarios a la producción de bienes y servicios transables internacionalmente, por lo que el país está estancado en su participación en el mercado mundial y, al mismo tiempo, luego de haber alcanzado un pico en 2008, el nivel de apertura de la economía se ha venido recortando año tras año. Ningún plan de estabilización que se diseñe para combatir la inflación será sustentable en la Argentina si simultáneamente no se abordan los problemas vinculados a la inserción del país en la economía mundial, corrigiendo las principales distorsiones de precios relativos y generando incentivos para una mayor apertura con sesgo exportador. A su vez, una economía con baja inflación es clave para desplegar una agenda de competitividad que se ocupe de disolver los cuellos de botella que traban la competitividad. Muchas de esas restricciones tienen que ver con cuestiones de largo plazo como la infraestructura, la logística, la educación, los acuerdos comerciales, etc., por lo que requieren de un ambiente estable y previsible para ser abordadas.
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