La política macroeconómica pro-cíclica agravó la situación. Pero estos fenómenos recientes no explican la participación marginal de las exportaciones fabriles argentinas en el comercio mundial, del orden de 0,2 %, que se arrastra por décadas, independientemente de las oscilaciones de las materias primas. Así, las exportaciones de manufacturas de origen industrial de nuestro país suman 655,4 dólares por habitante y por año, lo que compara con 2.319,1 dólares para el caso mexicano y 9.137,3 dólares de Corea del Sur. Para recortar al menos parte de esa tremenda brecha, se necesitan inversiones cuantiosas, y un factor clave será la capacidad del país de instrumentar políticas que eviten la tremenda volatilidad del tipo de cambio real. Además de una política fiscal y monetaria apropiada, se necesitará una economía más abierta, un contingente mucho más amplio que el actual de pymes conectadas al mercado mundial y un mercado de trabajo más parecido al de Alemania, con fuertes incentivos a favor de la formalidad y énfasis en asociar productividad con salarios reales.
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