El problema está en que para 2014 las exportaciones podrían caer, en caso que los precios de los granos confirmen lo que hoy marcan los mercados de futuros. En ese escenario, las restricciones externas habrán de plantear un dilema a la política oficial: o sacrificar el nivel de actividad frenando las importaciones para evitar una caída más pronunciada de las reservas; o sacrificar dólares en poder del Banco Central para facilitar las importaciones, una opción que conlleva el riesgo de alimentar las expectativas de devaluación. Un camino intermedio pasa por acelerar el ajuste diario del tipo de cambio, aunque obviamente esto tendría algún impacto inflacionario.
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