Aunque el conflicto de camioneros se desinfló luego del acuerdo con las empresas del sector, la sobreactuación de todas las partes involucradas refleja un mar de fondo que difícilmente puede calmarse por el paso del tiempo. Pudo verse, además, como las urgencias fiscales del Ejecutivo traban opciones vinculadas con la reducción de la presión tributaria sobre los asalariados y/o la ampliación del universo de hogares que reciben las asignaciones familiares. Recursos escasos que establecen un común denominador con los roces cada vez más intensos entre la nación, las provincias y los municipios. Hasta aquí ha sido útil para el seguimiento de la coyuntura comparar 2012 con lo ocurrido durante la crisis de 2008/09. A partir de ahora, muy probablemente, esas analogías habrán de trasladarse al plano político. Bajo las actuales condiciones de la economía, esto puede implicar tener que convivir con una dosis preocupante de incertidumbre. Hay que tener en cuenta que indicadores correlacionados con la valoración de la gestión oficial, como el Indice de Confianza del Consumidor -medido por la Di Tella- han caído al nivel que, tres años atrás, abriera espacio a las llamadas "candidaturas testimoniales". Sin embargo, la política cambiaria, que hasta ahora había diferenciado nítidamente a 2012 de 2009, podría estar en ciernes de un giro significativo.
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