Pese a ese deterioro generalizado, hasta ahora no ha sido necesario revisar la hipótesis de un crecimiento en torno a 6,5 % anual para la Argentina con la que arrancamos el año. Esto ha sido posible por cuatro motores que han venido funcionando a pleno hasta mediados de año. Se trata de los precios internacionales de las materias primas, de Brasil, del crédito bancario y del poder adquisitivo de los salarios. Los primeros dos ya muestran pérdida de potencia por el contexto internacional. El tercero y el cuarto van a ser parcialmente afectados por esa situación, pero centralmente dependen de las decisiones de política económica que se adopten después de octubre.
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