Esta novedad afectará el monto de exportaciones y de recaudación y, además, tendrá impacto multiplicador negativo sobre todos los proveedores de bienes y servicios de la cadena agrícola. O sea, no es una buena noticia a la hora de proyectar la variación del PIB y del empleo para el año próximo, además de alentar presiones a favor de una suba del tipo de cambio. Como compensación, este escenario abre una extraordinaria oportunidad para darle un golpe a la inercia inflacionaria, lo que a su vez permitiría ponerle un coto a las expectativas de devaluación post-elecciones: la "inflación importada" está cediendo a un ritmo notable, luego de haber empujado al alza los precios de alimentos y comestibles en el primer semestre. De mantenerse las cotizaciones externas en este andarivel, por una cuestión estadística, la inflación importada pasará a cero e incluso a terreno negativo hacia fin de este mismo año. Para aprovechar la oportunidad y moderar en forma significativa la marcha de la inflación local, se necesitan políticas consistentes en el plano fiscal, monetario y de ingresos. Así también, podría absorberse de modo menos traumático el sinceramiento de tarifas y tipo de cambio.
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