Aquellos que intentan minimizar la responsabilidad oficial en los problemas locales sesgan el diagnóstico hacia el factor externo. Desde el punto de vista político, la pulseada no sorprende pero, desde lo económico, ambas visiones confluyen en un enfoque determinista, sin que haya demasiado por hacer (surfear o resignarse, según sea el caso). Además, tanto la mirada del "viento de cola" como la del "mundo encima" impiden apreciar la importancia y complejidad de los cambios que cruzan la economía mundial. A diferencia de lo que se temió cuatro años atrás, parece que las fuerzas proteccionistas no habrán de predominar y que, por el contrario, lo que se está reforzando es el concepto de cadenas globales de valor, de la mano de la conveniencia de algunos de los ganadores dentro de la turbulencia, caso de Alemania, China y las compañías de tecnología de origen estadounidense. Si esto fuera así, nada más contraindicado que surfear o resignarse para un país como la Argentina, dada la agenda del mundo que se está bosquejando.
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