Las condiciones hoy son diferentes y no justifican invocar esos fantasmas, pero del aprendizaje surge que: a) en primer lugar, la responsabilidad dominante es del gobierno, particularmente en la política fiscal y monetaria, que necesita ser congruente con los objetivos buscados; b) en segundo lugar, para no incurrir en un juego corporativo, por encima de las instituciones, conviene apuntar a un pacto por la competitividad.