Si este fuera el escenario de 2018, entonces la retomada del nivel de actividad sería un objetivo lejano. El riesgo existe, y no puede ser ignorado. Sin embargo, si esta crisis se encamina hacia un cambio persistente de precios relativos, habrán de aparecer vectores que permitirán una recuperación no tan distante en el tiempo. Aunque el consumo está sufriendo una caída, los indicadores de producción no necesariamente tienen que mermar en igual proporción, porque habría más salida por el lado de las exportaciones o por la sustitución temporal de importaciones. Además, una inflación finalmente bajo control le pondría un piso al deterioro de la demanda interna. En realidad, el fiel de la balanza está en la dinámica de las inversiones, hoy frenadas por las turbulencias, pero con capacidad de reaccionar en la medida en que baje el riesgo país y que el nuevo set de precios relativos se consolide.
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