Sucede que el déficit fiscal es cada vez mayor y que ya no alcanzan ni la “maquinita” ni las reservas del Banco Central para cubrir plenamente las necesidades de financiamiento. Ayudado porque se presume que la política económica habrá de cambiar a partir del 10 de diciembre y aprovechando la “ventana de oportunidad” que abrió el gradualismo de la Reserva Federal de Estados Unidos, el gobierno recurrió a la muleta del endeudamiento para transitar lo que resta del año. Pero por la magnitud y el costo de estas operaciones, el mensaje es bastante claro para la próxima administración: esta dinámica no es sostenible más allá de unos pocos meses, por lo que no quedará más remedio que buscar reducir el desequilibrio fiscal y, al mismo tiempo, normalizar la situación externa (lo que implica buscar la mediación del juez Griesa) para no seguir pagando la elevadísima tasa de interés del 9 por ciento anual en dólares cada vez que el Tesoro sale en la búsqueda de divisas.
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